Desde aproximadamente 1821 hasta el período de los conflictos internos, alrededor de 1870. Período de la conformación o consolidación nacional, de guerras civiles, de caudillismo, de la carne salada, del comercio, del comienzo de la inmigración europea.
La bota de potro se mantuvo como predilecta indiscutible, tanto en el uso rural como entre las tropas nacionales. Sólo fue, poco a poco, desplazada en las preferencias de estancieros, mayordomos y oficiales, por las botas fuertes, de confección, de uso obligado entre estos últimos nombrados. Botas de cuero curtido, de caña semidura (relativamente blanda en el tobillo), con un corte en su borde superior y posterior, cordón con una o dos borlas al frente o en su cara externa, conocidas como granaderas o currutacas. La forma del pie bastante aguda pero con la punta roma, casi mocha y tacones bastante altos. Siempre negras. En cuanto a los más modestos peones o tropa de línea, utilizaban la bota de potro o bien iban descalzos.
En la segunda mitad de este período aparece la alpargata, nuevo tipo de calzado de uso popular, aportada por los vascos.
Las espuelas mantienen su forma pero ya no se fabrican en latón o bronce, sino de hierro. Las de plata siguen siendo las de mayor uso entre los más pudientes.
El calzoncillo cribado mantiene su uso universal entre las distintas clases, en el ámbito rural; tan sólo se alarga, desde la media pierna casi hasta los pies y se ensancha exageradamente abajo. Las franjas o cribos acentúan su lujo y calidad con motivos florales y, a veces, con iniciales y palabras completas.
El calzón de origen español es sustituido por el chiripa. Los estancieros y mayordomos, lo cambian por un pantalón de tipo militar de caballería y luego (desde 1835-38) en adelante, por la bombacha.
Faja de lana, de algodón o de seda y de colores, larga, a veces con flecos en los extremos.
Cinto de tirador: se mantiene.
La camisa mantiene las mismas características, materiales y forma de la primera etapa.
El chaleco sólo cambia algo su forma, por las variantes de la moda en los medios urbanos, que se trasladan al ámbito rural. Los bolsillos pierden sus tapas, se usa más corto y de abertura mayor, disminuye la cantidad de botones que ahora son forrados o de metal o de concha, teñidos de color y muchas veces colgantes a modo de gemelos; se ciñe aún más al torso, las solapas se hacen de otro material y con bordados. Las telas predilectas para su confección son la seda, el mordoré, la pana y el terciopelo. Los bordados, finos y pequeños, son en colores y jasta en hilos de oro y plata.
La chaqueta mantiene sus características de forma y materiales de confección y se le aplican pequeños bordados o, con mayor frecuencia, adornos de trencilla o "pinos".
Se mantiene el uso del pañuelo. Entre los militares, estancieros y mayordomos comienza a usarse un corbatón o pañuelo más pequeño, usado como tal, generalmente de seda y otra tela liviana, hecho un moño o en nudo de corgatín con dos puntas.
El sombrero sigue siendo el chambergo o el de pajilla en verano, con su barbijo, al que las guerras intestinas agregan una cinta en la base de la copa, con alguna inscripción alusiva a esos conflictos, llamada "divisa". Los militares de rango y estancieros (y sus mujeres cuando van a caballo) adoptan en este período el sombrero de copa o galera. En algunos cuerpos militares se acentúa el uso del gorro frigio, al que se agregan cintas de color y cocardas con significado político. Hacia la mitad de esta etapa aparece la boina, que adquiere un creciente uso rural. Poco a poco van perdiendo vigencia los sombreros panza de burra y los de fieltro blanco ("del Cuzco").
El poncho mantiene plena vigencia, generalizándose cada vez más los de confección industrial europea (ingleses), tanto los de lana para invierno, como los de algodón y aún de seda, livianos, para verano. Pero el que adquiere uso universal es el "patria"
La bota de potro se mantuvo como predilecta indiscutible, tanto en el uso rural como entre las tropas nacionales. Sólo fue, poco a poco, desplazada en las preferencias de estancieros, mayordomos y oficiales, por las botas fuertes, de confección, de uso obligado entre estos últimos nombrados. Botas de cuero curtido, de caña semidura (relativamente blanda en el tobillo), con un corte en su borde superior y posterior, cordón con una o dos borlas al frente o en su cara externa, conocidas como granaderas o currutacas. La forma del pie bastante aguda pero con la punta roma, casi mocha y tacones bastante altos. Siempre negras. En cuanto a los más modestos peones o tropa de línea, utilizaban la bota de potro o bien iban descalzos.
En la segunda mitad de este período aparece la alpargata, nuevo tipo de calzado de uso popular, aportada por los vascos.
Las espuelas mantienen su forma pero ya no se fabrican en latón o bronce, sino de hierro. Las de plata siguen siendo las de mayor uso entre los más pudientes.
El calzoncillo cribado mantiene su uso universal entre las distintas clases, en el ámbito rural; tan sólo se alarga, desde la media pierna casi hasta los pies y se ensancha exageradamente abajo. Las franjas o cribos acentúan su lujo y calidad con motivos florales y, a veces, con iniciales y palabras completas.
El calzón de origen español es sustituido por el chiripa. Los estancieros y mayordomos, lo cambian por un pantalón de tipo militar de caballería y luego (desde 1835-38) en adelante, por la bombacha.
Faja de lana, de algodón o de seda y de colores, larga, a veces con flecos en los extremos.
Cinto de tirador: se mantiene.
La camisa mantiene las mismas características, materiales y forma de la primera etapa.
El chaleco sólo cambia algo su forma, por las variantes de la moda en los medios urbanos, que se trasladan al ámbito rural. Los bolsillos pierden sus tapas, se usa más corto y de abertura mayor, disminuye la cantidad de botones que ahora son forrados o de metal o de concha, teñidos de color y muchas veces colgantes a modo de gemelos; se ciñe aún más al torso, las solapas se hacen de otro material y con bordados. Las telas predilectas para su confección son la seda, el mordoré, la pana y el terciopelo. Los bordados, finos y pequeños, son en colores y jasta en hilos de oro y plata.
La chaqueta mantiene sus características de forma y materiales de confección y se le aplican pequeños bordados o, con mayor frecuencia, adornos de trencilla o "pinos".
Se mantiene el uso del pañuelo. Entre los militares, estancieros y mayordomos comienza a usarse un corbatón o pañuelo más pequeño, usado como tal, generalmente de seda y otra tela liviana, hecho un moño o en nudo de corgatín con dos puntas.
El sombrero sigue siendo el chambergo o el de pajilla en verano, con su barbijo, al que las guerras intestinas agregan una cinta en la base de la copa, con alguna inscripción alusiva a esos conflictos, llamada "divisa". Los militares de rango y estancieros (y sus mujeres cuando van a caballo) adoptan en este período el sombrero de copa o galera. En algunos cuerpos militares se acentúa el uso del gorro frigio, al que se agregan cintas de color y cocardas con significado político. Hacia la mitad de esta etapa aparece la boina, que adquiere un creciente uso rural. Poco a poco van perdiendo vigencia los sombreros panza de burra y los de fieltro blanco ("del Cuzco").
El poncho mantiene plena vigencia, generalizándose cada vez más los de confección industrial europea (ingleses), tanto los de lana para invierno, como los de algodón y aún de seda, livianos, para verano. Pero el que adquiere uso universal es el "patria"